sábado 23 de noviembre de 2024 22:48 pm
Informando desde New York con la más avanzada tecnología para la generación de imágenes y sonido.

“Ciertas células y anticuerpos están en concentraciones mayores que en el caso de personas que solo han recibido tres vacunas”, señalan los científicos.

Hace un tiempo Katharina Kocher y sus colegas se encontraron con un reportaje que les llamó la atención. Por su fondo y sobre todo por sus implicaciones. La pieza en cuestión hablaba de un hombre que había recibido decenas y decenas de vacunas contra el COVID-19, un auténtico bombardeo de jeringuillazos durante el que, según él mismo asegura, se sometió en 217 ocasiones a la aguja.

Para la mayoría de los lectores que se encontraron con aquel caso, lo llamativo era el número y sobre todo las razones que podrían haberle llevado a hacer algo así. El equipo investigador de Kocher vio sin embargo algo más: una oportunidad fantástica para estudiar los efectos de las vacunas sobre el sistema inmunológico.

Lo más curioso: descubrieron que aquel individuo de 62 años no solo tenía sus defensas perfectamente, sino que ciertas células inmunitarias y anticuerpos contra el SARS-CoV-2 presentaban concentraciones mayores que en las personas que solo habían recibido tres dosis. Los resultados los han recogido The Lancet.

Una lluvia de jeringuillas. El equipo de investigadores de la FAU Erlangen-Nürnberg y Universitätsklinikum Erlangen, en el que se incluye Kocher y otros compañeros, no han querido airear demasiados detalles sobre el sujeto de su investigación. Solo sabemos que es un hombre de 62 años de Magdeburgo, Alemania. Y lo más importante de todo, que en cuestión de 29 meses —menos de dos años y medio— llegó a recibir 217 vacunas contra el SARS-CoV-2.

¿Por qué? “Razones privadas”, se limitan a señalar los científicos. El equipo de investigadores asegura que de esas 217 vacunas hay unas 130 que han sido confirmadas por las autoridades —de hecho se las habrían suministrado en nueve meses— y se pueden contabilizar 108 registradas de forma individual, aunque parte de ellas se correspondería con las 130 que están ya fuera de toda duda. El hombre sostiene que recibió en total 217 pinchazos.

¿Rareza u oportunidad? Al enterarse del caso los investigadores alemanes de la FAU Erlangen-Nürnberg lo tuvieron claro: lo de aquel sexagenario de Magdeburgo era extraño, sí; pero también una enorme oportunidad para estudiar las posibles consecuencias de la vacunación excesiva en el organismo. Si es que las hay.

“Hasta ahora no estaba claro qué efectos tendría una hipervacunación como esta en el sistema inmunitario. Algunos científicos opinaban que las células inmunitarias perderían eficacia tras acostumbrase a los antígenos”, explican desde la institución germana. Al igual que en España, en Alemania hay millones de personas vacunadas contra el coronavirus SARS-2, en concreto más de 60 millones repartidas por el país, y la mayoría recibieron unos cuantos pinchazos. Lo difícil es dar con alguien con más de 200.

“Nos enteramos de su caso a través de artículos periodísticos”, comenta el doctor Kilian Schober, uno de los científicos que firma el artículo de The Lancet en el que se detallan las conclusiones del estudio: “Luego nos pusimos en contacto con él y le invitamos a someterse a varias pruebas en Erlangen. Estaba muy interesado en hacerlo”. El objetivo era muy sencillo: aclarar qué consecuencias podía tener una hipervacunación de semejante calibre y, de manera especial, si podía alterar la respuesta inmune.

¿Por qué importa? Lo explica la FAU. Lo que querían aclarar los expertos es qué ocurre cuando el sistema inmunológico de nuestro organismo se expone de forma recurrente a un antígeno específico. La pregunta es interesante porque va mucho más allá del SARS-CoV-2. “Este puede ser el caso de una infección crónica como el VIH o la hepatitis B, que presenta brotes regulares”, comenta Schober, y aclara: “Hay indicios de que ciertos tipos de células inmunitarias, conocidas como células T, se fatigan, lo que les lleva a liberar menos sustancias mensajeras proinflamatorias”.

Muestra a muestra. Para sacar partido de la experiencia del alemán hipervacunado, el equipo de la FAU, con la ayuda de expertos de Múnich y Viena, se pasaron los últimos años sometiéndolo a análisis de sangre. “Nos dio su permiso para evaluar los resultados. En algunos casos las muestras estaban congeladas y pudimos investigarlas nosotros mismos”, relata Schober.

Como el hombre de 62 años recibió una nueva vacuna durante el experimento, el equipo alemán pudo tomar además sus propias muestras de sangre. “Pudimos utilizarlas para determinar exactamente cómo reacciona el sistema inmunológico a la vacuna”. Con ese material, se lanzaron a resolver la gran incógnita: ¿Qué efectos tiene sobre el sistema inmunológico una avalancha de vacunas como la recibida por el sexagenario de Magdeburgo? ¿Perderían eficacia las células inmunitarias al acostumbrase a los antígenos, como habían sostenido algunos científicos?

¿Y qué concluyeron? Que el sistema inmunitario de su peculiar sujeto es “totalmente funcional”. Es más, el estudio revela que ciertas células inmunitarias y anticuerpos contra el SARS-CoV-2 están incluso presentes “en concentraciones considerablemente más elevadas” que las registradas en personas que habían recibido solo tres vacunas. El sexagenario presentaba “un gran número” de células T efectoras contra el coronavirus acusante del COVID-19.

“Estas actúan como soldados del propio organismo que luchan contra el virus. La persona de la prueba incluso tenía más de estas en comparación con el grupo de control de personas que han recibido tres vacunas —apostilla—. Los investigadores no percibieron ninguna fatiga en estas células efectoras, eran igual de eficaces que las del grupo de control con un número normal de vacunas”.

Hasta la vacuna 217º. Kocher incluso va más allá. “El número de células de memoria era igual de elevado en nuestro caso de prueba que en el grupo de control”, explica la investigadora: “En conjunto, no encontramos ningún indicio de una respuesta inmunitaria más débil, más bien al contrario”. Una de las conclusiones más curiosas, de hecho, es que incluso la vacuna número 217, que el sexagenario recibió ya con el experimento en marcha, siguió mostrando efectos: tras el pinchazo, el número de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 “aumentó significativamente”.

“Nuestro caso de prueba fue vacunado con ocho vacunas diferentes, incluidas diferentes vacunas de ARNm disponibles”, desliza el doctor Schober: “La observación de que no se desencadenaron efectos secundarios notables pese a esta extraordinaria hipervacunación indica que los fármacos tienen un buen grado de tolerabilidad”. ¿Significa eso que las conclusiones pueden generalizarse y extrapolarse consejos para otros casos? El equipo alemán se muestra cauto y recuerda que los estudios revelan que tres dosis, junto con vacunas complementarias periódicas para los grupos vulnerables, “sigue siendo el enfoque preferido”.

Bonus: ¿Quién es el sujeto? La pregunta del millón y que el artículo de The Lancet toca de forma superficial. En él solo se precisa que es un hombre de Magdeburgo de 62 años, sus iniciales son HIM y recibió 217 vacunas contra el SARS-CoV-2 en un plazo de 29 meses por “razones privadas”. Lo hizo además, aclaran los expertos, contraviniendo las recomendaciones nacionales. “El fiscal recopiló pruebas de 130 vacunas en un período de nueve meses y abrió una investigación sobre este caso con la acusación de fraude, pero no se presentaron cargos penales”, detallan.

Aquel caso de 2022… En The Lancet no hay más. El caso recuerda sin embargo a un episodio curioso sobre el que habló la prensa internacional en 2022: el de un hombre alemán de 60 años, precisamente de Magdeburg, que se había vacunado contra la COVID-19 alrededor de 90 veces en centros del estado oriental de Sajonia. En aquellos reportajes sí se hablaba de cuál era su motivación. Al menos según las sospechas de las autoridades que lo investigaron. Su objetivo habría sido vender luego certificados de vacunación falsificados con registros de lote reales a antivacunas o personas que no querían recibir el pinchazo.

Carlos Prego

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *