jueves 21 de noviembre de 2024 10:52 am
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Luis Abinader, presidente de la República, y Ulises Rodríguez, alcalde electo, tienen la potencialidad para rescatar el alto sentido de gobernanza, gobernabilidad y articulación ideológica y ejecutiva que debiera primar entre gobierno y ayuntamiento, en Santiago.

Eran otros tiempos, pero ni siquiera la emblemática alcaldía ejecutada en Santiago de los Caballeros por Jorge Gobaira en el año 1962 en representación del partido Unión Cívica, tuvo en el presidente Juan Bosch (PRD), una contrapartida o aliado para hacer converger en acciones exitosas en el territorio.

Sin embargo, 62 años después en este año 2024, podría acontecer en Santiago una concurrencia de fuerzas con capacidad resolutiva para lograr impactos inmediatos y victorias rápidas sobre un conjunto de problemáticas que pueden ser intervenidas con éxito por una conjugación de fuerzas del gobierno nacional dominicano y el Ayuntamiento de Santiago.

Luis Abinader, presidente de la República, y Ulises Rodríguez, alcalde electo, tienen la potencialidad para rescatar el alto sentido de gobernanza, gobernabilidad y articulación ideológica y ejecutiva que debiera primar entre gobierno y ayuntamiento, en Santiago.

El presidente Joaquín Balaguer (PRSC) no coincidía con sus alcaldes y en muchísimas ocasiones prefería ejecutar sus obras, directamente en Santiago, utilizando interpósitas personas, empresas u organismos diferentes al Ayuntamiento. El primer gobierno del presidente Leonel Fernández (1996-2000), no tuvo alcaldes de su propio partido. Por su parte, el presidente Hipólito Mejía (PRD) y el alcalde Héctor Grullón Moronta, duraron dos años sin entenderse (2000-2002).

Desde el Consejo para el Desarrollo Estratégico de Santiago (CDES), nos consta porque fuimos parte de diversas iniciativas municipales, que José Enrique Sued Sem, tres veces alcalde (1994-1998; 2002-2006 y 2006-2010), con la inteligencia que le caracterizaba, realizó giros tácticos y gestiones asertivas para coincidir en proyectos, con los tres presidentes que le correspondieron.

Nunca fue priorizado como se merecía. Es decir, los presidentes Joaquín Balaguer, Hipólito Mejía y Leonel Fernández, tuvieron por encima del Ayuntamiento de ese entonces, sus propias agendas en la ciudad novia del Yaque.

El alcalde Gilberto Serulle Ramia originalmente del PLD, (2010-2016), triunfó por arriba de las decisiones fundamentales de su partido; por eso no fue apoyado por Leonel Fernández o lo fue a medias por Danilo Medina. Sólo la alta capacidad ejecutiva de Abel Martínez (2016-2020 y 2020-2024), logró que el presidente Medina atendiera apenas algunas de sus necesidades.

Las causas reales de estas malquerencias y contradicciones nacionales y locales que afectaron a Santiago son conocidas por todas y todos. Son de todo tipo. Factores políticos la mayoría de las veces; otras fueron de carácter personal y otras tantas dependientes del conjunto de asesores y el entorno del presidente y el alcalde correspondientes.

La mayoría de esas gestiones municipales de Santiago sucedieron antes de aprobarse en el año 2007, la ley 176-07 de los municipios y el distrito nacional. Que establece las necesidad de implantar y cumplir competencias, funciones y atribuciones compartidas entre el gobierno nacional y los ayuntamientos.

Sanamente nos interesa que el Gobierno y Ayuntamiento gesten unidos sus proyectos. Que esta ciudad se transforme en una metrópolis modelo que derrame urbanismo verde, riqueza, nuevas empresas y empleos por todo el Cibao.

Sin poner un block, construir una columna, asfaltar una calle o recoger basura, un gobierno nacional aliado al ayuntamiento cumple el principal proyecto de gobernabilidad del Plan Estratégico Santiago 2030. Hemos pacto en Santiago lograr un régimen articulado de administración pública que potencie el impacto de la inversión pública y eleve la calidad de vida de todos.

Se supone que el alcalde y la Oficina de Coordinación del Ayuntamiento, se ha establecido y opere con recursos humanos y profesionales contratados, un sistema de seguimiento, monitoreo y control articulado al sistema de planificación y demás sistemas de gestión municipal. Se sugiere un gabinete municipal, establecido, operando con efectividad, e institucionalizado mediante Ordenanza Municipal.

Los potenciales proyectos de Luis Abinader y Ulises Rodríguez podrían ser, entre otros: i) Apoyar la eficiente conclusión del monorriel y teleférico asegurando corredores y un transporte colectivo eficiente; ii) Intervenir más 30% de 1,543 km de las vías para reconstruir sus aceras y arborizadas para que sean verdes, caminables y con sombras; igualmente recibir 50 nuevos semáforos.

Asimismo iii) Reestructurar Hospedaje Yaque, asearlo, ordenarlo e iniciar Merca Cibao; iv) Concluir nueva sede de bomberos; v) Planificar el Cierre del Relleno Sanitario Rafey y proyector construir un relleno intermunicipal en un espacio de concurrencia de diversos ayuntamientos de la provincia y la región, dado que en este momento se ubica en una franja de tierra que ha quedado entrampada por el crecimiento de Santiago Oeste y el desarrollo ascendente del Parque Víctor Espaillat Mera; también donar al Ayuntamiento al menos 10 camiones compactadores.

Igualmente: vi) Rescatar el arroyo Guazumal-Pontezuela arborizando y colocando el colector 10; y vii) Concluir intervención del centro histórico y relanzar su consejo.

A partir del próximo 24 de abril con la nueva gestión municipal en Santiago, deberíamos firmar un segundo convenio de gestión entre Presidencia, Alcaldía y Compromiso Santiago. De forma que pongamos en blanco y negro todo lo que podemos trabajar juntos. En eso, todos deberíamos estar.

Por Reynaldo Peguero

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