martes 17 de diciembre de 2024 23:35 pm
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“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”

Jeremías 33:3

Este versículo es una promesa maravillosa de parte de Dios, un recordatorio de que Él siempre está atento a nuestras oraciones y dispuesto a revelarnos cosas que van más allá de nuestra comprensión. El Señor nos anima a acercarnos a Él con confianza y a clamar en los momentos de necesidad, incertidumbre o angustia.

En muchas ocasiones, nos encontramos frente a situaciones que parecen imposibles o desafíos que no logramos entender. Es en esos momentos cuando debemos recordar que no estamos solos. Dios está dispuesto a revelarnos “cosas grandes y ocultas”, es decir, soluciones, caminos y respuestas que no habíamos considerado ni imaginado. Pero para que eso suceda, es necesario que demos el primer paso: clamar a Él con un corazón sincero y humilde.

El acto de “clamar” implica más que una simple oración; significa buscar a Dios con fervor, entregarle nuestras preocupaciones y depositar nuestra total confianza en Su poder y sabiduría. A veces, nos limitamos a buscar respuestas en nuestro propio entendimiento o en las soluciones humanas, olvidando que Dios tiene un conocimiento perfecto de todo lo que enfrentamos. Su perspectiva es eterna, y Sus respuestas siempre son para nuestro bien, aunque no lo entendamos en el momento.

Cuando Jeremías recibió estas palabras, el pueblo de Israel estaba en una situación difícil, encarcelado y apartado de la voluntad de Dios. Sin embargo, el Señor les dio una promesa de restauración y esperanza, asegurándoles que Él aún tenía un plan para su futuro. Esta misma promesa se aplica a nosotros hoy: no importa lo complicada que parezca la circunstancia, Dios tiene el poder de traer revelación, transformación y respuestas que cambiarán nuestra vida.

Además, el versículo nos recuerda que Dios es un Dios que se revela. Su deseo es enseñarnos y mostrarnos Sus caminos. Pero esta revelación no sucede por casualidad; es el resultado de una relación cercana con Él. Cuanto más clamemos y busquemos Su rostro, más podremos conocer Su carácter, Su voluntad y las soluciones que nos ofrece.

Por lo tanto, si hoy te encuentras enfrentando dudas, problemas o decisiones importantes, recuerda que Dios está a un clamor de distancia. Él quiere escuchar tu voz y mostrarte “cosas grandes y ocultas”, cosas que ni siquiera sabías que necesitabas.

No subestimemos el poder de la oración ni la promesa de este versículo. Al clamar a Dios, no solo recibimos respuestas, sino que también experimentamos Su presencia, Su paz y Su dirección en nuestras vidas.

Clama a Dios hoy, con fe y perseverancia. Él te responderá.

Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com

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