miércoles 4 de diciembre de 2024 15:42 pm
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“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.”

Mateo 5:6

Este versículo, parte del Sermón del Monte, nos lleva a reflexionar sobre el anhelo profundo de justicia que reside en el corazón humano. No se refiere únicamente a la justicia terrenal o legal, sino también a la justicia divina, esa que refleja el carácter perfecto de Dios. Tener “hambre y sed de justicia” implica un deseo ferviente de vivir conforme a la voluntad de Dios, buscando la verdad, la equidad y la bondad en todas nuestras acciones y relaciones.

Jesús promete que aquellos que tienen esta hambre espiritual serán saciados. Esto nos enseña que Dios escucha y responde a los corazones sinceros que anhelan un mundo mejor y más alineado con sus principios. La saciedad que Él promete no es meramente temporal; es una plenitud que transforma nuestra vida desde lo más profundo, trayendo paz y esperanza aun en medio de las dificultades.

En un mundo donde la injusticia y el sufrimiento son comunes, esta bienaventuranza nos anima a no perder la fe. Nos invita a actuar como agentes de cambio, reflejando el amor de Dios a través de nuestras palabras y acciones. Quienes buscan esta justicia no solo serán bendecidos en la eternidad, sino que también experimentarán la paz que proviene de saber que sus esfuerzos están alineados con el propósito divino.

Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com.

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