Salmos 121:1-2: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.” Este salmo nos invita a levantar nuestra mirada hacia Dios en busca de ayuda y fortaleza. Cuando enfrentamos momentos difíciles o sentimos que las cargas de la vida son demasiado pesadas, este pasaje nos recuerda que nuestro socorro no proviene de nuestras propias fuerzas ni de los recursos terrenales, sino del Creador del universo.
El acto de alzar los ojos a los montes representa una búsqueda de esperanza y salvación. Sin embargo, el salmista rápidamente señala que la verdadera ayuda no está en las alturas o en lo que podemos ver, sino en Jehová, el Dios todopoderoso que creó todo lo que existe. Esta afirmación de fe nos llena de confianza, sabiendo que Dios es nuestra fuente de auxilio en todo momento.
Finalmente, la seguridad que encontramos en este versículo es inmensa. El mismo Dios que hizo los cielos y la tierra está dispuesto a socorrernos en nuestras necesidades. Esto nos da la certeza de que no hay problema demasiado grande ni situación demasiado complicada para que Él la resuelva. Confiar en el Señor nos asegura que siempre tendremos un refugio seguro en Él.
Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com.