miércoles 18 de diciembre de 2024 11:58 am
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Nueva York ha dado un paso histórico en el ámbito educativo al convertirse en el primer estado de Estados Unidos en aprobar una ley que obliga a las aseguradoras privadas a cubrir los costos de las pruebas diagnósticas para detectar dislexia y otros trastornos del aprendizaje, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Esta medida busca resolver un problema profundamente arraigado en el sistema educativo de la región, donde muchos estudiantes con dislexia no reciben el apoyo necesario debido a la falta de recursos para acceder a diagnósticos adecuados.

De acuerdo con estimaciones, entre el 10% y el 20% de los estudiantes en Nueva York podrían ser disléxicos, una cifra que preocupa a los defensores de la educación y que fue calificada de “desalentadora” por el senador estatal Brad Hoylman-Sigal, quien patrocinó el proyecto de ley. Esta alta incidencia de dislexia y TDAH entre los estudiantes pone en evidencia la necesidad urgente de un sistema de apoyo más accesible, que no dependa de la capacidad económica de las familias.

Uno de los principales obstáculos para el diagnóstico temprano de estos trastornos es el alto costo de las pruebas neuropsicológicas, que pueden alcanzar hasta los 10,000 dólares. Esta cifra deja fuera del alcance de muchas familias a los niños que más necesitan un diagnóstico temprano para evitar el rezago académico y emocional. Hoylman-Sigal explicó que “la mayoría de los padres no tienen los recursos para pagar estas pruebas”, lo que perpetúa un ciclo de desigualdad en la educación.

El impacto de un diagnóstico temprano puede ser transformador, como lo demuestra el caso de Grace Gastel, una estudiante de secundaria en Manhattan que fue diagnosticada con dislexia a los 7 años. Con la prueba, que costó 5,000 dólares, se descubrió la razón detrás de sus dificultades académicas y permitió que sus padres pudieran acceder a la tutoría adecuada. Grace compartió: “Antes del diagnóstico, no entendía por qué leer era tan difícil para mí. Cambiar mi enfoque en clase hizo toda la diferencia”.

Otro testimonio significativo es el de Dinorah DellaCamera, madre de Long Island, cuya experiencia refleja cómo un diagnóstico puede cambiar la trayectoria educativa de un niño. Su hijo Matthew, diagnosticado con dislexia en primer grado, había sido etiquetado erróneamente como un niño problemático debido a su personalidad activa, hasta que finalmente se hizo el diagnóstico y pudo recibir tutorías intensivas. Hoy, Matthew está en clases aceleradas y su madre comenta: “Siempre quise que mi hijo pudiera seguir el ritmo de sus compañeros. Ahora está avanzando y superando sus propias limitaciones”.

La Dra. Sally Shaywitz, profesora de neurología pediátrica en la Universidad de Yale, resalta que la dislexia es un trastorno común pero frecuentemente mal interpretado o ignorado. Esto tiene consecuencias directas en la autoestima de los estudiantes, ya que los niños con dislexia a menudo piensan que no son inteligentes por el simple hecho de que no pueden leer con la misma rapidez que sus compañeros. Según la Dra. Shaywitz, “el diagnóstico temprano no solo mejora la educación, sino que preserva la confianza y autoestima del niño”.

El gobernador Gavin Newsom de California y el alcalde Eric Adams de Nueva York, entre otros líderes, han compartido públicamente sus propias experiencias con la dislexia para ayudar a reducir el estigma asociado con el trastorno. En Nueva York, el asambleísta Robert C. Carroll, quien también fue diagnosticado con dislexia, expresó su frustración ante el hecho de que 30 años después de su diagnóstico, muchos niños aún no tienen acceso a pruebas diagnósticas debido a los costos. “Es injusto que aún haya niños sin acceso a estas pruebas solo por no poder pagarlas”, señaló Carroll.

La próxima fase de este avance en la educación es la implementación de programas de detección temprana en las escuelas. Las pruebas preliminares, que cuestan menos de 2 dólares por estudiante y requieren solo 30 minutos, podrían permitir a los padres detectar problemas en etapas más tempranas, antes de que los síntomas se agraven. Sin embargo, este tipo de pruebas aún no están disponibles de manera generalizada en las escuelas de Nueva York.

Helen Roussel, madre de dos niños disléxicos y miembro del Grupo de Trabajo sobre Dislexia y Disgrafía del estado, calificó la nueva ley como un “paso pequeño pero importante”. “Ahora más niños tendrán acceso a evaluaciones y podrán entender lo que está sucediendo”, afirmó. Su hija Olivia, diagnosticada con dislexia a los 8 años, recordó cómo la falta de un diagnóstico temprano la hacía sentirse avergonzada y provocaba un comportamiento problemático en clase.

Con la aprobación de esta ley, miles de familias podrán acceder a los diagnósticos que anteriormente estaban fuera de su alcance económico. Esta medida no solo promete reducir el rezago académico de muchos estudiantes, sino también transformar la forma en que el sistema educativo aborda los trastornos del aprendizaje. Grace Gastel, quien es un testimonio de cómo un diagnóstico adecuado puede cambiar la vida de un estudiante, expresó: “Ahora amo la escuela. Saber que soy diferente y que tengo apoyo me ha ayudado a mejorar”.

Esta ley coloca a Nueva York a la vanguardia de la lucha por la equidad educativa, y establece un precedente que otros estados podrían seguir en el futuro cercano. Es un avance significativo en la atención de las necesidades de los estudiantes con dislexia y TDAH, y demuestra el impacto positivo que pueden tener las políticas públicas bien orientadas para mejorar la calidad de vida de muchos niños y sus familias.

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