Por Elida Almonte. Activista Comunitaria.
En el contexto político actual, resulta fundamental que los ciudadanos estadounidenses mantengan un enfoque crítico y reflexivo hacia las figuras públicas y sus discursos. En particular, la retórica de Donald Trump ha suscitado preocupaciones sobre el uso indebido del nombre de Dios, así como sobre la hipocresía y el engaño que pueden tener consecuencias graves para nuestra nación.
La invocación del nombre de Dios en un contexto político debe ser un acto de reverencia y sinceridad. Sin embargo, en numerosas ocasiones, hemos sido testigos de cómo se utiliza esta referencia de manera superficial y manipuladora, como es el caso de Trump,!Este uso indebido no solo desdibuja el verdadero significado de la fe, sino que también socava la confianza de los ciudadanos en los líderes que pretenden representar valores éticos y morales.
La hipocresía en la política no es un fenómeno nuevo, pero su prevalencia puede resultar alarmante. Cuando los líderes adoptan posturas que contradicen sus acciones, crean un ambiente de desconfianza y cinismo entre la población. Este escenario se vuelve aún más complejo cuando se considera que algunos líderes, como Donald Trump, enfrentan acusaciones de delitos comprobados por la ley. La pregunta que surge es: ¿quién puede creer en un líder que busca evadir su responsabilidad legal mediante la inmunidad que le otorgaría ser electo presidente? Esta situación plantea serias dudas sobre la integridad y la ética de quienes buscan liderar una nación.
Un ejemplo pertinente de cómo un nuevo orden social puede establecerse en perjuicio de todos se encuentra en la serie “The Handmaid’s Tale”. Esta narrativa distópica ilustra cómo un régimen totalitario puede surgir de la manipulación de la fe y la moral, llevando a la sociedad a un estado de opresión y deshumanización. En la historia, se observa cómo la hipocresía de quienes ostentan el poder perpetúa un sistema que no solo margina a las mujeres, sino que también socava los derechos fundamentales de todos los ciudadanos. Esta representación nos recuerda que el silencio y la complacencia ante el engaño pueden abrir la puerta a realidades devastadoras.
Es imperativo que los votantes asuman la responsabilidad de informarse y discernir entre el engaño y la verdad. Ignorar las señales de advertencia puede llevar a decisiones que afecten no solo el presente, sino también el futuro de nuestra nación. Las consecuencias de elegir a líderes que no actúan con integridad y transparencia pueden ser graves, impactando la cohesión social, la justicia y los derechos que todos valoramos.
Como ciudadanos, tenemos el deber de cuestionar, investigar y exigir rendición de cuentas. La participación activa en el proceso democrático es esencial para asegurar que nuestros valores y principios se reflejen en nuestras elecciones y políticas. No podemos permitir que la hipocresía y el engaño nos desvíen de nuestra responsabilidad colectiva hacia un futuro mejor.
Este 5 de noviembre se decide más que nuestro futuro, el de nuestras hijas y las próximas generaciones. Vota por Kamala Harris, la única opción que tenemos para vivir en democracia y en libertad.
Al hacerlo, no solo honramos nuestros principios, sino que también aseguramos que nuestra nación siga siendo un lugar donde prevalezcan la integridad y la dignidad. La responsabilidad está en nuestras manos, y debemos asumirla con seriedad y determinación.
Nosotros somos Kamala!