sábado 23 de noviembre de 2024 09:27 am
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En 1981, Fernando Valenzuela fue galardonado con los premios Novato del Año y Cy Young, y generó el fenómeno llamado “Fernandomanía”, que lo convirtió en uno de los nombres más conocidos del deporte. Valenzuela, el lanzador zurdo de origen mexicano que electrizó a los aficionados del béisbol a los 20 años con su lanzamiento de tirabuzón, murió el martes a los 63 años. Su muerte fue confirmada en comunicados de los Dodgers de Los Ángeles y del comisionado de las Grandes Ligas de Béisbol, Robert D. Manfred Jr., aunque no se reveló la causa del fallecimiento. Valenzuela había dejado su trabajo como locutor de los Dodgers a principios de mes para concentrarse en su salud, con planes de regresar en la temporada 2025.

Durante su asombrosa temporada de 1981, Valenzuela ganó sus primeras ocho salidas de manera espectacular, con cinco blanqueadas y siete partidos completos. Su promedio de carreras limpias permitidas era de 0,50, y “tiene el mundo a su favor, y va 8-0”, decía un titular de Los Angeles Times en ese entonces. A pesar de que el resto de la temporada estuvo marcada por una huelga de jugadores, Valenzuela terminó con un récord de 13-7 y un promedio de 2,48 carreras limpias, lo que le valió ser el único jugador en ganar los premios Novato del Año y Cy Young en el mismo año.

Valenzuela continuó con su éxito en la postemporada, acumulando un récord de 3-1 y logrando una victoria en el tercer juego de la Serie Mundial contra los Yankees. A pesar de no lanzar a su mejor nivel en ese partido, permitiendo nueve hits y siete bases por bolas en 146 lanzamientos, su actuación ayudó a los Dodgers a recuperar el control de la serie, que finalmente ganarían.

El estilo de lanzamiento de Valenzuela, caracterizado por levantar los brazos por encima de la cabeza, mirar hacia el cielo y ejecutar su peculiar tirabuzón, lo convirtió en una figura icónica del deporte. Vin Scully, legendario locutor de los Dodgers, describió la “Fernandomanía” como una experiencia casi religiosa, en la que los aficionados, especialmente los mexicanos, se identificaban profundamente con Valenzuela, un joven que había salido de la nada para convertirse en una estrella.

Mike Brito, cazatalentos de los Dodgers, descubrió a Valenzuela por accidente en 1978 mientras buscaba a otro jugador en la liga mexicana. Tras impresionarse con la actuación del joven lanzador, los Dodgers firmaron a Valenzuela, quien rápidamente aprendió a dominar su repertorio de lanzamientos, incluyendo el tirabuzón, que se convertiría en su arma más temida. El tirabuzón, un lanzamiento antinatural, fue descrito por Carl Hubbell, otro legendario ejecutor del lanzamiento, como uno de los mejores que había visto desde los suyos.

Valenzuela continuó brillando en las Grandes Ligas durante los años 80, siendo seleccionado para seis Juegos de las Estrellas y alcanzando su punto más alto en 1986, cuando ganó 21 partidos. En 1990, lanzó un juego sin hits contra los Cardenales de San Luis, un logro sorprendente dado que venía de una mala actuación en su salida anterior. A pesar de los problemas que enfrentó en su carrera en sus últimos años con los Dodgers, Valenzuela siempre se mantuvo como una figura querida entre los aficionados.

Aunque su carrera en las Grandes Ligas terminó en 1997, Valenzuela continuó lanzando en la Liga Invernal Mexicana durante varios años y finalmente se unió a los Dodgers como comentarista en español en 2003, un rol que lo mantuvo cercano al equipo y a su legión de seguidores.

Fernando Valenzuela deja un legado imborrable en el béisbol, no solo por sus logros en el montículo, sino por el impacto cultural que tuvo, especialmente en la comunidad latina en Estados Unidos. A través de su talento y carisma, inspiró a generaciones de jugadores y aficionados, y su “Fernandomanía” sigue siendo recordada como uno de los fenómenos más especiales en la historia del deporte.

Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com.

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