Una familia latina en Nueva York vive el dolor y la impotencia tras la trágica muerte de su hija de 13 años, quien perdió la vida practicando el peligroso “surf” en el Metro de la ciudad. María Romero, la madre de la joven Krystel Romero, lamenta no haber logrado evitar que su hija continuara con esta temeraria actividad, a pesar de haber encontrado anteriormente videos que mostraban a la adolescente realizando esta práctica arriesgada.
El trágico incidente ocurrió la noche del domingo, cuando Krystel y una amiga de 12 años se encontraban surfeando en el Metro en la línea 7, en Queens. Ambas se deslizaron accidentalmente y fueron atropelladas por el tren. Krystel perdió la vida, mientras que su amiga permanece en estado crítico, conectada a un respirador, sin esperanzas de sobrevivir según reportaron las autoridades.
Esta es la sexta muerte en lo que va de año por esta actividad, que ha cobrado principalmente vidas de adolescentes, convirtiéndose en una práctica mortal impulsada en parte por la exposición en redes sociales. La familia Romero espera que su dolor envíe un poderoso mensaje a los jóvenes que siguen considerando el surf en el Metro como una “actividad divertida”. “Escuchen a sus padres. Esto no es un juego”, suplicó María Romero tras la pérdida de su hija.
Judith Menéndez, prima de Krystel y también de 13 años, admitió haber participado anteriormente en el surf en el Metro junto a su prima, pero tras esta tragedia ha cambiado radicalmente su perspectiva. “Es realmente estúpido”, dijo, reconociendo que muchos jóvenes se arriesgan sin comprender el peligro que implica esta maniobra.
Las autoridades han trabajado para frenar esta peligrosa práctica, pero el problema persiste. El presidente del condado de Queens, Donovan Richards, resaltó la importancia de que el Departamento de Educación transmita mensajes firmes contra estas prácticas en las escuelas. Por su parte, el director ejecutivo de la MTA, Janno Lieber, señaló que la agencia ha pedido a las empresas de redes sociales eliminar videos que promueven el surf en el Metro, una medida que ha sido parcialmente cumplida, aunque la influencia de estos contenidos sigue siendo fuerte.
El Departamento de Policía de Nueva York (NYPD) ha incrementado la vigilancia y los arrestos relacionados con el surf en el Metro, registrando un aumento del 53% en las detenciones por esta causa. Sin embargo, la familia de Krystel Romero cree que el impacto de su pérdida puede resonar con más fuerza que cualquier campaña de concientización. “Vean el sufrimiento de una madre”, expresó el padrastro de Krystel, Ever Romero. “Esto no es solo una herida; es una muerte. Mira el dolor que esto causa”.
Apenas días antes de esta tragedia, otro adolescente de 13 años, Adolfo Sanabria, también murió surfeando en el Metro de Nueva York. En septiembre, un niño de solo 11 años, Cayden Thompson, se convirtió en la víctima más joven de esta práctica mortal. Su tío de 15 años, Christian Vega, confesó sentirse responsable y culpó a las redes sociales por incitar estas conductas peligrosas.
El alcalde Eric Adams también se unió a los esfuerzos de concientización con la campaña “#RideInsideStayAlive”, que busca desalentar el surf en el Metro. En su mensaje, expresó que este tipo de actividades ponen en peligro vidas inocentes y que todos deben colaborar para evitar más muertes.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades y las campañas de concientización, el surf en el Metro sigue cobrando vidas. En un intento adicional por combatir esta peligrosa práctica, la policía de Nueva York ha implementado drones para vigilar a los surfistas y advertir a los conductores de tren sobre posibles riesgos en las vías. Las autoridades han reiterado que “el surf en el Metro mata” y han solicitado a las plataformas de redes sociales que eliminen los videos que glorifican esta actividad.
En 2022, la MTA reportó que 928 personas fueron atrapadas viajando en el exterior de los vagones del Metro, un alarmante aumento en comparación con años anteriores. Mientras tanto, la familia de Krystel Romero continúa enfrentando su dolor y espera que su historia sirva como un recordatorio de los peligros de esta tendencia y del alto costo que puede implicar.
Por: Francisco Núñez, franciscoeditordigital@gmail.com