viernes 22 de noviembre de 2024 19:21 pm
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Ahora la gran pregunta es qué pasará cuando llegue La Niña (y las posibles respuestas son inquietantes).

Aunque es un alivio para los millones de personas, la situación se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza para los científicos. Porque a la pregunta de “¿qué pasará después?” la única respuesta razonable es: “estamos entrando en un terreno totalmente desconocido”. De hecho, solo hay algo que podamos saber a ciencia cierta: durante los próximos cinco años, las temperaturas van a ser históricas y la situación se va a poner muy complicada

¿Qué es exactamente ‘El Niño’? Lo que conocemos como El Niño-Oscilación Meridional (o ENSO, por sus siglas en inglés) es un fenómeno climático cíclico (aunque algo irregular) que tiene grandes efectos sobre el clima mundial.

Es el mejor ejemplo de que la temperatura de los océanos y la circulación atmosférica tienen una relación muy estrecha. Durante la fase cálida (durante El Niño propiamente dicho), la falta de vientos alíseos que refresquen la superficie hace que la temperatura de las aguas del Pacífico se dispare. Eso espolea los termómetros de todo el planeta.

No es una forma de hablar. “Hay un 98 % de probabilidades de que al menos uno de los próximos cinco años, así como el lustro en su conjunto, sean los más cálidos jamás registrados”. Son palabras de Organización Meteorológica Mundial. No es una predicción muy arriesgada teniendo en cuenta que llevamos haciendo temperaturas récords desde hace años, pero eso no la hace más tranquilizadora.

Como explican desde AEMET, “El Niño, a través de diferentes teleconexiones atmosféricas, da lugar a condiciones más secas de lo normal en determinadas partes del mundo; mientras que en otras provoca más precipitaciones. Unos países tienen que lidiar con sequías importantes y otros, con lluvias torrenciales”. Esos son los problemas.

“El mundo no está preparado”. El experto climático Bill Mcguire defendía precisamente esto. Basta mirar a los datos para ver que no le falta razón. 2022 fue un año extremadamente caluroso en todo el planeta y lo ha sido pese a que La Niña lleva tres años conteniendo las temperaturas de todo el planeta.

Ya lo vimos en el Atlántico norte, por ejemplo, con consecuencias realmente imprevistas. Y no es solo una cuestión de récords de temperaturas, es lo que estos procesos traen consigo: como explicábamos, en buena parte del mundo esas altas temperaturas se traducirán en sequías aún más pronunciadas (el suroeste de EEUU vive la sequía más grande en 1.200 años, por ejemplo), en reducción de cosechas y en problemas energéticos (por no salirnos de EEUU, la presa Hoover redujo a la mitad su producción de energía por la falta de agua).

¿Y en España? Va a parecer una obviedad, pero España está muy lejos del Pacífico ecuatorial. Eso significa que los efectos reales de El Niño son mucho menos evidentes que en otras partes del mundo. No obstante, hay algo que aparece de forma recurrente al analizar episodios anteriores: una cierta correlación con otoños lluviosos.

La explicación es que, a diferencia de La Niña, el Niño pone a nuestra región geográfica bajo la influencia de una circulación subtropical más intensa de lo normal. Esto (sobre todo, cuando la NAO es negativa) produce condiciones favorables para que las borrascas atlánticas lleguen hasta la Península. En Canarias el efecto no está tan claro. Es decir, no sabemos si lo que ha pasado esta primavera está relacionado con El Niño o no.

¿Y ahora qué? . Como decía el meteorólogo González Alemán, “estamos en el periodo más cálido de los últimos 2.000 años y muy probablemente de los últimos 100.000 años” e, incluso teniendo eso en cuenta, los datos de los últimos meses han sido desorbitados.

Pero ¿qué pasará cuándo El Niño se retire? ¿Veremos cómo el efecto de La Niña suaviza el repunte de temperaturas o la escalada está aquí para quedarse. Esta es la pregunta clave que se hacen ahora mismo los científicos y crucemos los dedos para que la respuesta sea alguno de los escenarios más moderados.

Javier Jiménez

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