La inestabilidad de las familias que viven en refugios no permite tener claro cuántos estudiantes recién llegados recibirán las escuelas públicas de NYC.
El pasado otoño, cuando se iniciaba el año escolar, las autoridades municipales de la Ciudad de Nueva York, tenían muy claro que el número de nuevos estudiantes migrantes recién llegados, que además vivían en refugios, ascendían a 20,000. A pocas semanas, de la primera campanada para el regreso de más de 910,000 niños y adolescentes a las aulas, sería muy difícil calcular, si este número ha aumentado o se ha reducido.
“Hay centenares de niños que llegaron durante el verano. Y los mismos padres no estaban claros, si podían permanecer en la ciudad. O se moverán a otras localidades. Es muy complicado incluso en este momento tener un balance claro. El año escolar pasado muchos ingresaron a mitad de curso. Otros dejaron Nueva York y por ende las aulas. Son familias que están buscando un nuevo rumbo. Y eso siempre implica cambios”, precisó a El Diario una fuente municipal.
Como cuenta el ecuatoriano Miguel López, de 28 años, con dos niños inscritos en una escuela en Brooklyn, si le confirman en pocos días incorporarse a un trabajo en el norte del estado, no dudará en mudarse: aquí casi no hay trabajo, así pierdan unas semanas de clases, la decisión que estamos tomando es por su futuro.
Sin embargo, lo que los líderes del sistema de educación pública más grande del país tienen claro, es que se ha afinado el sistema de “acogida” a los nuevos alumnos, tras dos periodos escolares afectados por la crisis migratoria.
“Como lo hemos hecho, desde que lanzamos el Proyecto Brazos Abiertos (Open Arms), continuaremos trabajando con estudiantes, familias y socios, para asegurarnos de que los estudiantes recién llegados, tengan todo lo que necesitan en nuestros centros escolares. Y que estemos equipados para satisfacer estas necesidades”, explicó Nicole Brownstein, portavoz del Departamento de Educación de la Ciudad de Nueva York (DOE).
Personal especial para niños migrantes
Los planteles públicos cuentan con 400 empleados que trabajan en escuelas y refugios para ayudar a los estudiantes recién llegados y sus familias a integrarse a la comunidad escolar.
Como precisa Brownstein, para ayudar a los estudiantes con necesidades de salud mental, disponen de más de 165 centros de salud en las escuelas y 202 edificios escolares, con clínicas de salud mental que atienden a 350 escuelas.
“En nuestras escuelas, los trabajadores sociales están disponibles para brindar servicios de prevención e intervención en materia de salud mental, que incluyen asesoramiento individual, grupal, familiar y en situaciones de crisis. Todo ello, con énfasis en la práctica centrada en el trauma”, agregó.
El reto del inglés
El otro desafío para el sistema escolar, es el creciente número de estudiantes recién llegados, aprendices de inglés, en su mayoría provenientes de América Latina y África Occidental. Más específicamente de Venezuela, Ecuador y países centroamericanos.
“Esta cifra aumentó de unos 135,000 en el año escolar 2022-23, a más de 148,000 el año pasado, según los nuevos datos demográficos. Los estudiantes de inglés ahora representan el 16,3 % del sistema escolar, frente al 13,3 % en el año escolar 2019-20”, detalló la publicación Chalkbeat.
Ante esta realidad, la portavoz municipal refirió que existen múltiples programas para apoyar a los estudiantes que aprenden inglés, incluidos los planes de lenguaje dual, bilingüe de transición al nuevo idioma. También hay servicios de traducción para ayudar a las familias a integrarse a todo este proceso escolar.
“El Proyecto Open Arms refleja el esfuerzo para apoyar a nuestros estudiantes y escuelas. Apoyamos el proceso de la inscripción escolar, el acceso a programas de salud mental y el transporte hacia y desde la escuela. Independientemente de su estatus migratorio o del idioma que se hable en casa, cada estudiante merece tener acceso a escuelas de alta calidad, que satisfagan sus necesidades únicas”, subrayó Brownstein.
En los hechos, por muchos años las organizaciones de calidad educativa, han dejado claro que en la Gran Manzana existe un significativo déficit de maestros, en áreas como ciencias y artes. Por ello, era predecible que el último año escolar, para muchas escuelas que recibieron a centenares de nuevos estudiantes, existió una gran presión.
“La contratación de maestros y asistentes bilingües en español e inglés, no fue para nada suficiente, para enfrentar la crisis migratoria. Lo que vimos fue una buena intención de todo el personal escolar, pero en muchos casos había uno, dos, o ningún maestro que podía atender esta gran demanda en una escuela. Veamos qué pasa para el próximo periodo que inicia pronto”, opinó un docente de Queens.
Por Fernando Martínez