lunes 25 de noviembre de 2024 12:35 pm
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La máxima ambición de dirigentes comunitarios es que los adolescentes, jóvenes y estudiantes no tengan que estar esquivando a plena luz del día a la creciente cantidad de mujeres que ofrecen masajes. Del otro lado, activistas aseguran que detrás de todo esto, hay terribles historias de tráfico humano.

La Avenida Roosevelt de Queens es una arteria neoyorquina que por décadas ha palpitado como una zona rosa y una zona roja, en segmentos muy específicos, en horas determinadas. Ahora al cierre de 2023, el centro de comercio y el hogar de miles de inmigrantes latinoamericanos, es un lugar inclasificable. Para muchos de sus residentes, especialmente en áreas de Jackson Heights y Corona está perdiendo su esencia de vecindario familiar.

Como describe Guadalupe Aguirre, coordinadora del centro comunitario Casa San Judas de Corona, entre las calles 74 hasta la 104, las trabajadoras sexuales se han multiplicado en los últimos seis meses, y se han convertido en “dueñas de las calles”.

“Yo tengo nueve años viviendo en el mismo sitio. Y esta actividad siempre ha existido. No es nada nuevo. Pero la diferencia es que ahora ha crecido sin control, a plena luz del día. Y se torna agresivo para las familias. Jalan a los adolescentes y jóvenes. Le ofrecen sus servicios. Y eso es un riesgo de salud pública”, destacó.

Guadalupe quien lidera reuniones con vecinos del sector, está convencida que sería absurdo pretender borrar del mapa esta actividad, definida como la “profesión más antigua del mundo”. Aunque asegura que la “máxima ambición” comunitaria es que se pueda regular, para generar un ambiente de “más respeto” a las familias.

“Solamente cuando el alcalde visitó la Roosevelt y la calle 102 cerraron un sitio ilegal que quedaba allí. Casi al día siguiente abrieron dos más. Cuando por alguna razón cierran estos centros de masajes, lo ponen en servicio al día siguiente. Sabemos que las autoridades y los líderes electos saben de esto. Pero más bien algunos lo apoyan”, denunció.

¡Vale todo!

Otro vecino, el ecuatoriano Jesús Pérez de 42 años, residenciado desde hace 20 años en ese vecindario neoyorquino, asegura que esta localidad de Queens, siempre ha tenido sus “propias leyes”. Aunque aduce que después de la pandemia, la realidad impone un nuevo mensaje: ¡Aquí se vale todo!

Jesús cuenta que “particularmente desde este verano”, es difícil caminar a cualquier hora sin que mujeres jóvenes de varias razas intercepten a los hombres, inclusive los tomen de un brazo, ofreciéndole masajes. Un llamado velado a servicios sexuales.

“Antes estaban disimuladas en una que otra esquina. Hablaban bajito. Ahora es como una caravana que grita. Caminas con tu familia y tienes que esquivar a las prostitutas. Yo no juzgo lo que nadie haga para sobrevivir. Eso no es el punto. Pero es tiempo que las autoridades, definan de una vez si ‘La Roosevelt’ es un gran burdel. Yo no quiero que mi hija crezca viendo la prostitución, como algo normal”, destacó el inmigrante.

Algunos comerciantes aseguran que el “otoño trajo muchas más”.

Tanto la dirigente comunitaria Guadalupe Aguirre, como portavoces de otras organizaciones vecinales hispanas y asiáticas, aseguran que aunque “no cuentan con el respaldo de los líderes electos de este distrito”, seguirán llamando la atención en este invierno, de lo que consideran una “calamidad” que está cruzada, en muchos casos, con la venta de sustancias prohibidas.

“Nuestro objetivo principal es que estos sitios no estén operando a plena luz del día cuando los estudiantes salgan de las escuelas. ¿Sería mucho pedir a las autoridades de la Ciudad? Es una regulación de convivencia ciudadana mínima. Además, estamos claros que si se legaliza esta actividad, como pretenden muchos líderes electos de Queens, se multiplicará aún más”, calcula la residente de Corona.

La senadora colombo-estadounidense, Jessica Ramos, que representa a ese distrito de Queens dijo a El Diario que como “muchos de sus electores, le preocupa el aumento del trabajo sexual que estamos viendo en esta avenida”.

Ramos invitó a la comunidad a una reunión especial para abordar este complicado tema el próximo 18 de diciembre a las 6:00 p.m en el Hospital Elmhurst.

“Queremos discutir soluciones reales con la comunidad”, sostuvo.

Un síntoma del tráfico humano

Lo que ha sido una creciente denuncia comunitaria en las últimas semanas, tomó más aire en la primera semana de noviembre, cuando el alcalde Eric Adams asoció esta legión de nuevas trabajadoras sexuales, no solo con la crisis migratoria, sino que identificó de forma muy específica a las recién llegadas venezolanas como las causantes de esta nueva “congestión” de prostitución en este vecindario.

Aún con la observación del mandatario municipal, las crecientes quejas de residentes, comerciantes y las evidencias sobre la “inflación” del comercio sexual en la Avenida Roosevelt se pone combustible a varios debates. Uno de ellos, es hasta qué punto se trate apenas de la cara más superficial de redes de tráfico humano, esclavitud sexual y trata de personas.

De hecho, en una investigación publicada por El Diario en el año 2019, titulada Crisis migratoria en la frontera enciende alarmas por fuerza del tráfico humano entre México y NYC portavoces de varias organizaciones, que hacen seguimiento a las estructuras transnacionales de tráfico sexual ya hablaban de situaciones en la frontera sur del país, con el cruce irregular de miles de personas, incluyendo mujeres vulnerables, que terminaban en burdeles clandestinos en la Gran Manzana.

Así lo alertó en ese momento voceros de la Coalición Trasnacional Contra el Tráfico de Mujeres (CATW), quienes proyectaban que la captación de mujeres se estaba incrementando en América Latina.

“Al ritmo de la crisis en Latinoamérica, especialmente en países en donde se registran crisis humanitarias como Venezuela y algunas naciones en Centroamérica, la poderosa industria del tráfico humano se ha modernizado, con el soporte de nuevas tecnologías, en combinación con grupos irregulares como las guerrillas y los carteles del narcotráfico”, ponderó CATW.

“No es una elección, es supervivencia”

Todos los reportes indican que la mayoría de las mujeres latinas que están en prostitución en vecindarios como Jackson Heights y Corona, no ejercen ese oficio porque quieren, sino porque son víctimas del tráfico.

En aquel momento, cuando ni la pandemia, ni la actual crisis humanitaria que desborda a la Gran Manzana se asomaba, activistas ya proyectaban que el tráfico humano ascendería como la organización criminal transnacional más poderosa, porque las armas y las drogas, las comercializas una vez, pero a las mujeres varias veces.

Desde ese mismo foco, el activista Robert González, fundador de la organización Por Amor a Venezuela cuestiona que las autoridades municipales exhiban una retórica que se reduce a tipificar la prostitución como un asunto “de recién llegados latinos”.

“No se trata de una prostitución electiva. Es supervivencia. Detrás de ellas hay grupos que las reclutan. Muchas son mujeres vulnerables que forman parte de esta crisis migratoria. Es muy cruel que a esta realidad ya de siglos de Nueva York, que ahora cambió de color, se le ponga una nacionalidad. Están incentivando aún más la xenofobia”, interpretó el venezolano.

Migrar para pagar una deuda

“Carla” una joven venezolana de 24 años habla de su experiencia como trabajadora sexual en un centro de masajes en la Roosevelt, como “algo provisional para pagar una deuda”. Sin compartir mayores detalles.

La inmigrante con seis meses en la Gran Manzana, contó que la deuda fue adquirida en Trinidad y Tobago, en donde por un año ejerció el mismo oficio. Decidió “arriesgarlo todo” por cruzar la frontera sur con México, porque “sus guías” (coyotes) le indicaron que en la ‘capital del mundo’, podía reunir los costos del viaje, porque había clientes con más dinero.

Desde que dejó la isla caribeña, sabía cuál iba a ser su trabajo. Al igual que el resto de sus tres “compañeras”.

“Aquí a Queens venimos las más golpeaditas (no tan bellas), pero la verdad es que tengo compañeras de viaje que ya están ubicadas en clubes exclusivos en Manhattan. Atienden solo a señores catires con real. (hombres blancos adinerados). Ellas pagarán sus deudas más rápido. Nadie hace esto por gusto. Yo tengo dos hijos que alimentar. Y espero en un par de años dedicarme a otra cosa. Quiero estudiar”, contó.

Carla recalca varias veces en su conversación con El Diario que no le “desea su suerte” a nadie.

Si hay algo a lo cual quisiera dedicarse en su futuro, es a orientar a jóvenes para que nunca caigan en esa trampa. Asegura que fue sometida a la esclavitud sexual por una semana en México, como un “precio adicional” de los coyotes para “pasarla” a Estados Unidos.

“Muchos nos ven aquí y nos señalan como lo peor del mundo. Nadie sabe todo lo que hay detrás de cada mujer que la vida la pone de este lado. Yo quisiera tener una vida y un trabajo normal. Pero inclusive tengo compañeras que son profesionales universitarias, fueron modelos en Venezuela y están en la misma acera, para pagar sus deudas”, compartió.

La venezolana dejó entrever que quienes están en las calles de Queens, es porque están en la peor posición: “Ahora con la tecnología, tu no necesitarías estar en una calle con este frio haciéndole señas a clientes, cuando hay aplicaciones digitales que tienen todo“.

La mayoría son madres solteras

La mexicana Bianey García, una activista de Make the Road NY, quien además se autodefine como una sobreviviente del tráfico sexual, ha apoyado por años todas las iniciativas legislativas que pondrían fin a la persecución y a la despenalización del trabajo sexual.

En este momento, como mujer trans, se solidariza con las inmigrantes que en los últimos meses han tenido que hacer trabajo sexual para poder sobrevivir.

“Debemos ponernos en los zapatos de mujeres que aunque luchan por conseguir otro tipo de trabajo, no lo logran. La mayoría son madres solteras. Hemos hablado con ellas. Están en muchos casos desesperadas, no le queda otra alternativa”, acotó.

¿Qué hay que saber sobre la prostitución en NY?

La prostitución es un delito menor de clase B en Nueva York. Las penas van de hasta tres meses de cárcel y multas de hasta 500 dólares.

El patrocinio de una prostituta es un delito menor de clase A. Se castiga con hasta un año de cárcel y las multas alcanzan los $1,000.

Las propuestas legislativas que se han promovido desde 2019 en la Asamblea Estatal de NY no han sido para legalizar la prostitución, sino para que se despenalice el intercambio sexual consentido entre adultos.

El anteproyecto de ley que se ha engavetado en la legislatura estatal, busca proteger los derechos de las mujeres que ejercen el trabajo sexual, para evitar a toda costa que terminen con historiales criminales. También permitiría que las personas que han sido condenadas por prostitución, puedan ver sus penas revocadas.

¿Víctima del tráfico?

Si usted o alguien que conoce es víctima de tráfico humano o sexual, puede hacer una denuncia ante la Línea Nacional Contra la Trata de Personas, las 24 horas del día, 7 días a la semana al 1-888-373-7888

También puede visitar la Coalición New York State Anti-Trafficking en el sitio: https://www.endslaverynow.org/new-york-state-anti-trafficking-coalition

Datos duros:

94% de las mujeres arrestadas bajo cargos de trabajo sexual son afroamericanas o hispanas.

9 de cada 10 mujeres detenidas en sitios que ofrecen servicios sexuales son inmigrantes.

Por Fernando Martínez

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