viernes 22 de noviembre de 2024 00:53 am
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El líder norcoreano Kim Jong-un supervisó un desfile militar en Pyongyang, con ocasión de los 70 años del aniversario del armisticio de la guerra de Corea.

Corea del Norte ha mostrado los nuevos frutos de su programa de modernización armamentística. Han sido exhibidos en el desfile militar del 70 aniversario del fin de la guerra de Corea, al tiempo que el líder norcoreano, Kim Jong-un, se ha reunido una segunda vez con el ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigú.

Kim presidió el acto, celebrado el jueves con Shoigú situado a su derecha y Li Hongzhong, miembro del Politburó del Partido Comunista de China (PCCh), a su izquierda, en el palco instalado en la céntrica plaza Kim Il-sung de Pyongyang frente al Gran Palacio de Estudios del Pueblo.

Durante el evento, los saludos militares y rostros solemnes se alternaron en la tribuna con risas y gestos cómplices entre los tres -según mostraron las imágenes publicadas hoy por la agencia KCNA y la cadena de televisión estatal KCTV- mientras desfilaban hileras de tropas, blindados o proyectiles de todo tipo.

Camaradería entre Pyongyang, Moscú y Pekín

El régimen exhibió sus misiles balísticos intercontinentales (ICBM) de mayor alcance, el Hwasong-17 y el aún más sofisticado Hwasong-18, que usa combustible sólido y fue testado por segunda vez el pasado 12 de julio desde las cercanías de Pionyang.

También mostró otros de sus activos más nuevos, hasta ahora no incluidos, antes en sus, cada vez más habituales, desfiles militares en la capital. Entre esas novedades, estaba el dron submarino Haeil, que Pyongyang asegura que es capaz de generar tsunamis radiactivos, al igual que el Poseidón ruso.

También se vio uno de los aviones no pilotados de nuevo desarrollo, cuyo diseño recuerda al Reaper estadounidense, célebre por su uso para destruir objetivos en Afganistán e Irak. Pero todo este armamento ya lo había visto Shoigú hace dos días, cuando Kim lo llevó a una exposición en la capital norcoreana.

La imagen más destacable del desfile, y en general la que deja la presencia de las delegaciones que han liderado Shoigú y Li, es una de camaradería entre Pyongyang, Moscú y Pekín, en un momento marcado por la creciente polarización en el marco de la guerra de Ucrania y también en el noreste de Asia, donde a su vez Washington busca hacer piña con Seúl y Tokio con creciente insistencia.

Por  Deutsche Welle

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