viernes 22 de noviembre de 2024 10:19 am
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El Día del Turismo que se celebra mundialmente cada 27 de septiembre acontece en este 2023 entre récords sin precedentes del sector en su nicho vacacional y en plena recuperación del viajero de negocios, pero también entre los dos grandes peligros que amenazan a la industria como son Airbnb y los cruceros, que provocan saturación ante la falta de planificación (Lucha frontal contra el alquiler de Airbnb en Francia).

Los grandes destinos del planeta como son París, Nueva York, Ámsterdam o Venecia llevan tiempo batallando contra estos males para la convivencia de los residentes, ya que ni alquileres vacacionales ni navieras aportan a las arcas fiscales y al empleo la misma porción que los modelos tradicionales, fruto de paulatinos crecimientos en paralelo a las infraestructuras necesarias (Airbnb trabaja para evitar fiascos como el de Nueva York).

El encarecimiento de la vivienda, la pérdida de identidad o los problemas de convivencia que han traído el boom de Airbnb o de los cruceros también han significado una estigmatización del turismo entre la ciudadanía, perjudicada por las incomodidades de dos formatos que dejan a las comunidades locales menos beneficios que los reglados progresivamente.

El malestar contra los cruceros lleva años en el punto de mira de los ecologistas, en un momento en el que la concienciación sobre la sostenibilidad viene acentuándose, al mismo tiempo que tanto los propietarios de los barcos como el origen de sus trabajadores tripulantes dificulta que las ganancias del sector se quede en una mayor parte en los destinos.

El fenómeno de los cruceros tiene ejemplos como que en el Caribe hasta llegan escalas con barcos que suman más camas que toda la planta hotelera de islas donde desembarcan, además de que su aportación de impuestos es irrelevante en comparación con los alojamientos de los propios destinos.

El Día del Turismo, que se conmemora para reconocer al sector pero también para hacer una reflexión sobre su rumbo más provechoso para el interés general, afronta el debate de un mayor equilibrio entre los distintos modelos, con la conveniencia de que primen aquellos donde se repartan más los beneficios entre los residentes, frente a donde la masificación ha sido fruto de formatos menos planificados y con menos sensibilidad por la sostenibilidad de los destinos.

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